Desde el año 1963 la iglesia ha permitido la cremación y desde principios de 1997 ha permitido una liturgia fúnebre en presencia de restos incinerados. Incluso con estas opciones la iglesia ha enfatizado siempre la importancia de enterrar los restos de los fieles, ya sea el cuerpo o las cenizas.
La Iglesia católica considera permisible la cremación de los restos humanos, pero pide que se mantengan en un lugar de oración y no en casa.
Las cenizas de los difuntos católicos no se pueden esparcir, ni dividir, ni mantener en casa. Tampoco se pueden crear joyas a partir de ellas.
“La Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en cementerios u otros lugares sagrados”.
La Iglesia no se opone a la cremación por razones “higiénicas, económicas o sociales”.
“Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia”.
También pide no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos.
El Vaticano concede que las cenizas puedan ser conservadas en casa “solo en casos de graves y excepcionales circunstancias”, o en lugares como en Asia donde la iglesia local lo prefiere.
No se específica sobre qué casos son “graves”, pero se menciona como una opción grave, cuando una persona lo pida “por piedad o cercanía”.
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-37769532
25 octubre 2016